domingo, marzo 22, 2009

Internacionalización del conocimiento. El papel de las nuevas tecnologías y las universidades

Internacionalización del conocimiento. El papel de las nuevas tecnologías y las universidades

Un borrador de texto para su próxima publicación en el libro (referencia pendiente)
Andrés Pedreño Muñoz


Introducción

La crisis actual fulmina el modelo de la vieja economía. Incluso los nuevos países emergentes orientan en gran medida su actividad productiva vinculada al conocimiento. Y es que la globalización deja muy poco margen para progresar en los viejos postulados de la competitividad empresarial (mano de obra barata, acceso a materias primas, escasa calidad, etc.), el conocimiento y la capacidad para innovar parecen las únicas estrategias posibles, especialmente si hacemos referencia al caso de las economías avanzadas .

Internet es una herramienta clave para avanzar en la sociedad del conocimiento. Pero cabe plantearse si las universidades, están siendo lo suficientemente diligentes en el uso de este tipo de herramientas, explotándolas acorde con las potencialidades y necesidades sociales de nuestro tiempo. Paralelamente, justo es ocuparse de algunas buenas prácticas que son referentes en este tipo de materias y que nos proporcionan pistas muy valiosas para avanzar en este tipo de objetivos.

En el ámbito de las amplias reformas que algunos países han debido de acometer para adaptar sus sistemas educativos al Espacio Europeo de la Educación Superior, el uso de las nuevas tecnologías e Internet no es una cuestión central. Incluso, en la propia definición de los grandes objetivos que enmarcan el modelo de educación europea no parece que se piense en este tipo de herramientas para ayudar a la propia “movilidad del conocimiento” o el e-learning como forma de aproximar las diversidades lingüísticas y culturales de la propia Unión Europea.

El hecho de que algunos proyectos muy anticipativos de e-learning, impulsados por corporaciones ligadas a las grandes universidades anglosajonas (Estados Unidos y Reino Unido), no llegaran en buen puerto no debe entenderse como el agotamiento o carencia de interés de estas vías. Aparte de las limitaciones de los enfoques que definieron tales intentos, existía una escasa receptividad o madurez para propiciar el triunfo de este tipo de metodologías vía Internet.

En la actualidad las cosas han cambiado. Por ejemplo, el modelo del cosortium OpenCourseWare , impulsado originalmente por el MIT y posteriormente por universidades de todo el mundo, encauza estos temas a través de una filosofía respaldada ampliamente y llamada a desempeñar un importante papel en la “movilidad del conocimiento”, su universalidad, la calidad de las practicas docentes entre el profesorado y el prestigio de las propias universidades.

Las políticas europeas se sitúan muy al margen de estas inquietudes, algo cuanto menos preocupante. Viejos dilemas y debates que apenas dejan paso a retos inexcusables derivados de unas exigencias sociales agudizadas con la crisis de un modelo económico que promoverá grandes cambios y nuevas orientaciones y, especialmente, apuestas inequívocas para el progreso de la sociedad del conocimiento.


El marco en el que nos movemos: conocimiento y globalización

Como decía al principio, en las sociedades contemporáneas, el conocimiento adquiere una creciente importancia política, económica, incluso militar. Cada vez hay más países que consideran estratégicamente al conocimiento una fuente de poder y de crecimiento económico.

Incluso la propia sociedad de la información hay que verla como una antesala de la sociedad del conocimiento, surgida con el desarrollo de innovaciones intensivas de las tecnologías de la información y las comunicaciones, que han supuesto una revolución en la sociedad moderna.

Es el caso del crecimiento económico en países que han hecho de las nuevas tecnologías y del conocimiento una estrategia prioritaria: Irlanda, Países Nórdicos, Corea, incluso Estados Unidos pone de relieve de forma inequívoca hacia donde dirigir nuestros esfuerzos. Al respecto, llama la atención las apuestas de los países emergentes de mayor tamaño como China, India, Brasil, Rusia… y su apuestas por la ciencia y la tecnología y, en general, por la sociedad del conocimiento.

En cambio, algunos países avanzados han caído en la tentación de orientar sus modelos de crecimiento hacia algunos sectores escasamente intensivos en conocimiento durante los últimos años . La crisis financiera e inmobiliaria que ha afecta a Estados Unidos y a muchos países europeos en la actualidad debe entenderse como la prueba inequívoca de las enormes limitaciones y elevados costes de la vieja economía en el marco global actual.

Las viejas ideas de M. Porter y P. Drucker provenientes de las Escuelas de Negocios y la sociología empresarial daban poco margen para las elucubraciones matemáticas en las que han estado entretenidos los economistas en los últimos treinta años. La competitividad de las empresas y de los países está basada en la capacidad para innovar. Y la capacidad para innovar la proporciona el conocimiento. Podemos sofisticar los postulados, pero la vía del progreso, constatada ampliamente en los últimos años, es así de sencilla.

Hace algunas décadas que tenemos un laboratorio con la destreza de anticipar las “olas de innovación” capaces de generar fuertes estímulos sectoriales y empresariales en todo el mundo. Este laboratorio se llama Silicon Valley. Primero nos anticipó la revolución de los circuitos integrados en los sesenta, a los que siguieron los ordenadores personales en los setenta y principios de los ochenta. En esta década arrancó el desarrollo del software, que enlazaría a principios de los noventa con el despegue de Internet. A principios del milenio se especulaba sobre cuál sería la nueva ola del Silicon Valley capaz de alimentar la economía mundial en su primera década al filo que avanzaba Internet ya como un “sector maduro”. Los expertos vaticinaban que la nueva ola sería un resultado de la confluencia entre la biotecnología, la infotecnología y la nanotecnología, aunque con cada vez más escorada hacia el peso y desarrollo de esta última.

Efectivamente, desde entonces la nanotecnología ha empezado a tomar entidad a través de numerosos avances y aplicaciones, aunque sin alcanzar una capacidad inductora de crecimiento económico equivales a las olas predecesoras. A la espera de que esto ocurra hay que resaltar la relevancia del desarrollo de la nanotecnología. Su potencial propicia el más absoluto protagonismo de la economía y sociedad del conocimiento. Charles Vest, durante su etapa como presidente del MIT sostenía casi con vehemencia que el progreso de la nanociencia y la nanotecnología llevarían consigo una segunda revolución industrial. En bastantes ámbitos de la ciencia y de la empresa se sostiene la enorme capacidad del desarrollo nanotecnológico para definir unas economías futuras basadas inequívocamente en progreso de la ciencia y la tecnología .

Durante los últimos ocho años de la Administración estadounidense la agenda militar, política y económica se ha orientado hacia otras prioridades. La acaparación privilegiada por parte de los Estados Unidos de la tasa de ahorro mundial (casi el 50% en los últimos años) no se ha destinado para financiar de forma prioritaria el conocimiento. La hecatombe inmobiliaria, financiera y de los sectores tradicionales (automóviles y otros sectores de consumo) o el alto coste de las acciones militares llevadas a cabo en los Estados Unidos quizás tenga que ver con esto.

Estados Unidos y otros países avanzados tendrán que recuperar sus ventajas comparativas en los avances de la ciencia y tecnología, materializados en la práctica en sectores en los que el Silicon Valley ha dado una buena muestra de su capacidad impulsora y anticipativa en las décadas más recientes.

La salida a la actual crisis mundial pasará por afianzar el conocimiento como pieza clave no sólo de la competitividad sino de la propia sociedad y en un marco de gran concurrencia y liberalización que nos define la globalización. Y es importante tomar conciencia que el desarrollo de algunos sectores del conocimiento también tendrá consecuencias relevantes en el orden político económico y militar. Incluso en las hegemonías y liderazgo hoy vigentes entre los diferentes países .

En definitiva, para un marco como el que hemos descrito necesitamos universidades fuertes, bien financiadas y con excelente capital humano capaces de administrar adecuadamente los retos de la futura sociedad del conocimiento, maximizar sus beneficios y minimizar sus riesgos.



La sociedad de la información, Internet y las universidades

Afirmaba al comienzo de este artículo que la sociedad de la información bien podría ser una antesala de la sociedad del conocimiento. Desde esta perspectiva parecería útil hacer un balance crítico de cuál está siendo el papel desempeñado por las universidades en relación con nuestro propio entorno social.

Internet se está mostrando como una herramienta con potencialidades increíbles en muchas facetas de la vida diaria de las personas, empresas e instituciones. Aunque su potencial para el desarrollo de la sociedad del conocimiento es enorme, su explotación quizás no se realiza al ritmo que cabría esperar. Las universidades, lejos de fomentar una estrategia de liderazgo en la introducción de desarrollos e innovaciones, quedan relegadas a una actitud conservadora que, en muchos casos, incluso se interpone en la asimilación de los avances que se producen fuera de sus demarcaciones.

Lo diré con más claridad: las universidades y los universitarios son reacios y lentos a la hora de adoptar cambios, propuestas y avances que se experimentan o se introducen por personas, empresas e instituciones ajenas al mundo universitario .

Basta mencionar algunos sencillos ejemplos para ilustrar la mencionada situación. Es el caso de Google Books, el desarrollo del software libre, el fenómeno de Wikipedia, o la espectacular extensión de las redes sociales. Las universidades se recrean en las prácticas de la denominada web 1.0, mientras que el mundo de los internautas celebra su defunción y acoge con entusiasmo los nuevos bríos de la web 2.0 .

En un ambicioso proyecto como Google Books las universidades y los universitarios hemos sido cómplices en gran medida de un concepto obsoleto y restrictivo de propiedad intelectual. Lejos de proteger los intereses de los autores hemos respaldado inexplicables razones que impiden la extraordinaria y eficiente difusión libre del saber a través de una herramienta como Internet. Hemos dejado que los intereses de una industria editorial obsoleta negocien, determinen y restrinjan el alcance de la difusión y explotación del conocimiento .

El tema de la propiedad intelectual y la digitalización y difusión de libros no es una excepción. Personalmente me hubiera gustado que en un movimiento de éxito como el desarrollo del open source, las universidades hubieran desempeñado un papel más relevante. No ha sido el caso, pese a la importancia de la masa crítica cualificada en términos de capital humano, actividad docente e investigadora en torno a nuestros campus universitarios. Actualmente, sin embargo, forma parte de la estrategia de empresas líderes como en este sector como Google.

Respecto a Wikipedia o las redes sociales hay un rechazo en parte fóbico, carente de toda racionalidad y que, en mi opinión comporta la imposibilidad de valorar el interés de introducir valiosas innovaciones en nuestras metodologías y comunidades universitarias en general.

Se pueden y deben cuestionar muchas los desarrollos y propuestas existentes actualmente en Internet. Pero de ahí a restringir la posibilidades de una herramienta que permite trabajar y difundir en tiempo real en cualquier parte del mundo, de muy bajo coste y con la ventaja de partir de un ámbito por naturaleza global, que proporciona protocolos de trabajo y comunicación, herramientas, buscadores, etc. para trabajar eficientemente en cualquier punto del planeta a poco que se invierta, debería distar un buen trecho.

De lo expuesto cabría sospechar que el protagonismo de las universidades en la explotación, desarrollo, introducción de cambios y legítimo liderazgo en a sociedad de la información no es satisfactorio, pese a que medien algunos realizaciones o logros relevantes. Somos lentos a la hora de introducir y explotar herramientas básicas y experiencias ya maduras en otros ámbitos. No estamos suficientemente mentalizados de las implicaciones que tienen la velocidad de los cambios (impulsados a escala global) y dar respuestas específicas a nuestros respectivos entornos sociales.


El papel de las universidades en la sociedad del conocimiento

Las universidades históricamente han demostrado ser el único ámbito donde la ciencia puede avanzar con rigor y como resultado de esfuerzos sistemáticos y metódicos de investigación, en busca de respuestas a problemas adecuadamente especificados, y para proporcionarnos una representación correcta de la realidad…

Ese método y rigor le ha conferido a las universidades la capacidad para proyectar históricamente una dimensión de universalización del conocimiento, junto con sus avances y su transmisión. Por derecho propio las universidades deberían ser piezas claves en la internacionalización del conocimiento y protagonistas absolutas en la sociedad del conocimiento que parece conformarse en el actual marco de la globalización.

Pero la teoría y la práctica no parecen ir unidas. Nuestras estructuras universitarias en muchos países europeos pecan de un exceso de endogamia y sus preocupaciones y objetivos no alcanzan la convergencia deseada con las exigencias sociales de nuestro tiempo, Y tampoco las políticas que emanan de los poderes públicos parecen conscientes de una oportunidad histórica, representada en el potencial derivado del desarrollo y explotación de la sociedad del conocimiento. Las políticas orientadas hacia la consecución del Espacio Europeo de la Educación Superior son un buen ejemplo de este tipo de carencias, pese propiciar el loable objetivo de la movilidad universitaria y profesional en un espacio económico común.

Las reformas acometidas para tal fin se han olvidado de revitalizar la universidad europea en un conjunto de temas relevantes. Por ejemplo, la absoluta necesidad de desarrollar mucho más la capacidad de transferir tecnología y conocimiento en el entorno europeo e internacional, al menos al nivel que lo consiguen otros países (Estados Unidos…). O el objetivo de fomentar la competitividad universitaria, y su productividad social, respondiendo a las exigencias de cada país en el marco de la globalización.

Deberíamos ser eficientes e incrementar nuestra capacidad de respuesta ante las demandas sociales presentes y futuras. Tendríamos que protagonizar y velar por la introducción de determinados cambios, que afectan sobremanera a la modernización de nuestras ciudades, países, etc.

Las políticas universitarias parecen bastante ajenas a las exigencias de competitividad mencionadas. Frente a profusión de rankings y evaluaciones que son tomadas como punto de referencia en un país como los Estados Unidos, en Europa la evaluación de las universidades adolece de debilidad y cierta dejadez. Algo que ha sido objeto de críticas hacia la propia Unión Europea, ya que esta dejaría la clasificación internacional de nuestras universidades en manos de instituciones internacionales e intercontinentales fuera de Europa, en lugar de llevarlas a cabo nosotros con criterios y variables ajustadas a idiosincrasia europea .


Algunas iniciativas


Aunque la política universitaria tenga importantes asignaturas pendientes más allá de la creación del EEES, en el marco de la autonomía universitaria, algunas universidades desarrollan iniciativas encaminadas a favorecer el desarrollo de la sociedad del conocimiento y el uso intensivo de las nuevas tecnologías. Existen lo que podrían considerarse “buenas practicas” y como tales es interesante aludir a las mismas.

Llegados a este punto convendría recordar que las nuevas tecnologías exigen una reorientación de lo que enseñamos y la forma en cómo lo hacemos. La era digital e Internet abren unas potencialidades que demanda inexcusablemente su explotación. Esto debería motivar el compromiso de las universidades con la universalidad del saber y las prestaciones de las nuevas herramientas en términos difusión a bajo coste, interacción, metodologías de trabajo colaborativo (o de equipo), comunidades o redes científicas, etc. Este tipo de iniciativas exigen un mayor liderazgo de las universidades en la sociedad de la información y el uso de las nuevas tecnologías en general.

Otro punto importante lo constituirían aquellas iniciativas tendentes a reforzar la actividad investigadora que respondan a prioridades sociales…De no hacerlo estaríamos fomentando una brecha cada vez mayor entre los intereses sociales y la actividad académica. La demanda de recursos financieros relevantes que ayuden a conformar la sociedad del conocimiento y el bienestar social de nuestros países debería estar fundamentada en unas prioridades investigadoras claramente en consonancia con objetivos relevantes y con la medición de una productividad que prime su rentabilidad social en un plazo determinado.

Nuestra actividad docente e investigadora debe integrarse en un entorno global de conocimiento competitivo. Parecería un contrasentido que el marco actual de la globalización económica y financiera haya propiciado el libre movimiento de capitales y de bienes y servicios en casi todo el mundo y la “movilidad del conocimiento” se encuentre presa a modo de “compartimentos estancos” en nuestras universidades. En estos compartimentos nos mostramos poco diligentes a la hora de explotar aquellas herramientas que hagan realidad su compromiso con la universalidad del saber y la igualdad de oportunidades en el acceso al conocimiento.


a) Nuevos enfoques y soluciones curriculares para nuestras enseñanzas

Pasando a referirme a estas iniciativas, me gustaría referirme a un sencillo caso de reorientación de enseñanzas a través de la oferta de nuevos perfiles curriculares. Previamente me gustaría señalar que una de las vertientes más frustrante en el proceso de Bolonia, y la creación del EEES, ha sido la reforma de los planes de estudios que han tenido lugar en muchos países. Al margen de los esfuerzo “técnicos” para asegurar una mínima compatibilidad o convergencia, se trata en gran medida de una oportunidad perdida. El proceso debería haberse aprovechado para desarrollar un modelo más competitivo internacionalmente incentivado con una mayor cuantía de recursos financieros, que debilitara las prácticas endogámicas y, en un contexto, donde la autonomía universitaria no quedara cuestionada.

En este contexto nace por ejemplo la Aalto University creada a través de una “fusión” de la Helsinki School of Economics, la University of Art and Design Helsinki y la Helsinki University of Technology. Una inteligente fusión entre la economía, el diseño gráfico y la computación. Tres materias que, individualmente, no parecería que estuvieran sometidas a ninguna crisis de demanda. Sin embargo la fusión e interacción de estos tres campos permite una formación curricular estrechamente relacionada con una demanda potencial caracterizada por generación de un alto valor añadido para las empresas. Actualmente tenemos economistas que son unos analfabetos de tecnología y tecnólogos incapaces de pensar en términos económicos. Ambas especialidades por si solas no resuelven eficientemente los problemas y las necesidades de las empresas, abocadas a tomar decisiones que integren ambas especialidades. Esta brillante iniciativa la Aalto University contrasta con el inmovilismo y rigidez que generalmente afecta a una gran parte de la oferta de estudios en las universidades públicas.

Esta iniciativa capta muy bien el conocido hecho de que el valor añadido se genera de forma creciente en la confluencia de diversos campos de especialización, más que en la profundización en uno solo, tal como, por ejemplo, se muestra en el gráfico adjunto referido a la biología y la biotecnología . Y, además, nos da una vía para resolver muchas de nuestras inercias en materia de planes de estudios y ofertas de titulaciones.

La economía –y otras muchas especialidades- en su confluencia con las humanidades y, específicamente con las lenguas, genera potencialidades del mayor interés para las empresas y las instituciones. Los intentos de explotar este tipo de confluencias deben hacerse desde aproximaciones al menos tangenciales. Es mucho menos productiva la mera adición de especialidades, dejando para el alumnado la búsqueda de síntesis productivas.


b) Las exigencias de la globalización y las iniciativas en torno a la movilidad del conocimiento a través de las Nuevas Tecnologías

Uno de los grandes debates que se plantea en torno al conocimiento y las Nuevas Tecnologías es el grado de apertura del propio conocimiento a la sombra de la eficiencia de Internet y las telecomunicaciones. A priori parecería un entorno propicio para impulsar redes de cooperación universitaria y la defensa de un conocimiento abierto , siguiendo el encomiable resultado de la revolución que ha propiciado el campo del “open source”.

El mundo anglosajón pareció tomar la delantera a través de la promoción de corporaciones formadas por universidades e instituciones culturales de prestigio . Si embargo, en la actualidad el único consorcio de entidad que existe en el mundo se impulsa desde el ámbito iberoamericano e inicia sus primeros pasos en otros países (Estados Unidos, Reino Unido, Rusia, China…). Me refiero a la red Universia que aglutina ya a más de 1.200 universidades de quince países . Aparte de servicios especializados, tales como búsqueda online de primeros empleos para universitarios , Universia impulsa algunos proyectos que sobre la filosofía del conocimiento abierto están llamados a introducir cambios relevantes tanto en lo que enseñamos y la forma en cómo lo hacemos.

Frente a las plataformas de comercialización de la formación a través de Internet, Universia se sumó muy tempranamente al movimiento OpenCourseWare (OCW) que se inició a principios de los 2000 impulsado por el MIT. Hoy es una pieza clave en el Consorcio de Universidades que se formó en 2005 y su extensión mundial, ya en países como China.

La idea del OCW es impulsada a través de la licencia Creative Commons y fomenta le acceso a los recursos educativos de cada asignatura universitaria (programas, materiales docentes en cualquier formato, métodos de evaluación, etc.). Se trata de facilitar el acceso a los materiales que constituyen los “inputs” fundamentales de las actividades docentes universitarias, propiciando la transparencia de nuestras aulas, el intercambio y el acceso universal a tales recursos.

Aunque su puesta en Internet no fomenta ningún tipo de acreditación, acceso al profesorado ni lleva consigo ningún tipo de comercialización de los recursos educativos hay otras ventajas sociales indudables. Se hace con otros propósitos orientados a facilitar la movilidad y difusión de los recursos educativos existentes en nuestras universidades.

Este tipo de iniciativas estarían llamadas a mejorar de forma significativa la calidad docente de nuestras aulas. Por una parte, favorecen la innovación y la adopción de las mejores practicas docentes, combatiendo la endogamia y la falta de transparencia. Por otra parte, integran y favorecen la universalización de un conocimiento competitivo a través de la formación, entre otras ventajas.

c) La investigación, las redes sociales de investigadores y la introducción de las nuevas tecnologías.

Desde hace décadas las universidades europeas han intentado incrementar su transferencia de tecnología a través de la introducción de fórmulas muy diversas (parques científicos, políticas a favor de los emprendedores, etc.). Sin duda el modelo británico con la adopción de vías ya contrastadas con éxito en los Estados Unidos ha logrado avances relativos importantes, constituyendo una referencia destacada en el marco de la Unión Europea.

La situación del Reino Unido dista mucho de ser extrapolable el resto del espacio europeo. En su conjunto, Europa arroja unos pobres resultados en muchos indicadores de competitividad de la actividad investigadora, especialmente en los casos relacionados con la transferencia de tecnología a las empresas, patentes, etc.

Esta desventaja comparativa europea debería propiciar una decidida apuesta en favor del uso de las Nuevas Tecnologías especialmente a la hora de canalizar ofertas y demandas de transferencia de tecnología e innovación. También en la formación de redes de investigadores, empeño que ha quedado patente en las condiciones de acceso a los programas marco de investigación, tratando de incentivar la formación de equipos con miembros de diferentes países. No obstante, la incursión de las nuevas tecnologías a la hora de conformar tales redes y potenciar un “espacio de la investigación europea” ha brillado más bien por su ausencia.

Respecto a la idea de canalizar ofertas y demandas de innovación existen plataformas como Innoversia capaces de agregar toda la oferta y demanda empresarial a través de Internet, con todas las ventajas derivadas del incremento sustancial de satisfacer las exigencias de la demanda. Pero la extensión y crecimiento de este tipo de plataformas serán de tamaño reducido y de lenta expansión si no median incentivos oficiales que permitan conformar rápidamente una masa crítica de investigadores o grupos de investigación y las posibilidades de éxito en la satisfacción de los requerimientos de las empresas.

Una asignatura pendiente es la creación de redes de investigadores europeos a través de medios como Internet o Intranet . Aunque sometidas a restricciones lingüísticas, la inercia política a desarrollar propuestas contrasta con las ventajas potenciales que podrían reportar a la hora de conformar una masa crítica de investigadores relevante y su capacidad para compartir proyectos, recursos y resultados.

A modo de conclusión

Pese a las iniciativas mencionadas, la explotación de las nuevas tecnologías en las universidades no parece corresponderse con las exigencias derivadas de la sociedad de la información y/o del conocimiento.

El dinamismo de muchas iniciativas externas a las Universidad parece mostrarnos que nuestras rigideces se anteponen no sólo a la generación de proyectos e ideas sino incluso a la adopción de avances relevantes sobre la base de tales iniciativas. Proyectos como Google Books, Wikipedia o Facebook (en sus inicios una red de estudiantes universitarios) y las actitudes académicas en torno a ellas, constituyen un síntoma no muy alentador. A esto hay que agregar una tímida política de apoyo al conocimiento abierto, que descansa más en colectivos específicos que en las propias instituciones universitarias.

El EEES constituye una oportunidad perdida en relación al uso intensivo de las Nuevas Tecnologías en beneficio de la conformación real de un espacio culturalmente complejo, sujeto a restricciones lingüísticas y otras trabas para su efectiva comunicación, integración e interdependencia. La movilidad de los estudiantes no garantiza una oferta universitaria europea que integre desarrollos de calidad docente equiparables en los diferentes países, ni tampoco una estrategia que pueda dar respuesta a las exigencias de la sociedad del conocimiento.

Así que, sin duda, hay asignaturas pendientes en la agenda europea universitaria de los próximos años.


Notas


. Una exposición más amplia sobre estos temas puede verse en: Pedreño, A. (2008): “Globalización y sociedad del conocimiento”, en el libro “La Globalización en el siglo XXI: retos y dilemas”. Federación de Cajas de Ahorros Vasco –Navarras. Vitoria.

. Esta interesante idea me fue sugerida por el profesor Lambert.

. http://ocw.mit.edu

. Tanto en el ámbito de Internet (con movimientos similares como el “open source”).

. Que han quedado puestos de relieve en las inquietudes que se definen en el Espacio de Europeo de la Educación Superior.

. En los años de Clinton, donde se llegó a pensar que la “Nueva Economía” había roto los ciclos económicos, ante un extenso período de crecimiento económico.

. Al abrigo de las políticas neoconservadoras, especialmente en Estados Unidos y algunos países europeos.

. Especialmente en sus respectivas obras de referencia. Porter, M. (1985) Competitive Advantage, Free Press, New York, 1985. Y Drucker (1993), P. Post-Capitalist Society, Harper Collins, Auflage, 1993.
. Para entenderlo hay que indicar que la investigaciones en torno a la nanotecnología pretenden dar respuestas a la generación de nuevos materiales muy avanzados y con prestaciones altamente productivas, el problema de la escasez de energías renovables y limpias, la calidad y escasez de agua, el tratamiento del cáncer, instrumentales y herramientas avanzadas para el diagnóstico de enfermedades, entre otras muchas aplicaciones.

. Al igual que Internet y las nuevas tecnologías de la información y las telecomunicaciones ningún país podría quedar al margen de la revolución nanotecnológica, so pena de asumir unos impresionantes gap de desarrollo. Pero la gestión y aplicación de la nanotecnología requerirá de sociedades avanzadas con universidades “fuertes”.

. Algunos presidentes de las grandes universidades estadounidenses alertan a la propia Administración en recientes discursos y artículos públicos estadounidense sobre los riesgos de que Estados Unidos pierda su hegemonía mundial en muy pocos años de no mediar una ambiciosa apuesta en Ciencia y Tecnología.

. Sin embargo las velocidad de los cambios que afectan a nuestras sociedades exige cada ves más una adaptación más rápida a tales cambios y una incorporación más activa de las nuevas herramientas, hábitos y metodologías a nuestra actividad docente e investigadora.

. La web 1.0 y la web 2.0, aparte de desarrollos tecnológicos distintos, se distinguen en el papel del usuario. Mientras en la primera el papel de éste se reduce a la recepción de la información, en la web 2.0 el usuario se erige en protagonista absoluto, genera, selecciona, evalúa, comenta, crea redes, etc. en torno a la información.
. Hay que recoger aquí honrosas excepciones gracias a las cuales se han logrado algunos avances significativos en el proyecto de Google Books. En especial quiero hacer referencia la papel desempeñado por Michael Keller (University of Stanford) y de algunas las grandes universidades norteamericanas abiertas al proyecto desde sus inicios. Es el caso en España de la Universidad Complutense de Madrid. Al respecto, ver Pedreño, A (2008): “Editores, autores y Google Books alcanzan una cuerdo histórico” en http://studium.universiablogs.net/39 . Al margen de estas “concesiones”, la industria editorial con este tipo de prácticas recurre a una actitud “proteccionista”. A medio y largo plazo está vía le impedirá protagonizar los nuevos sectores de futuro y las nuevas plataformas y servicios que se derivan de los formatos digitales y de la difusión a través de Internet.
. Esta idea me la señala el profesor Lambert con pleno acierto. Algo que según él, tiene una importante extensión en la aplicación específica a la utilización de las lenguas, que dentro de la Unión Europea difícilmente debería ser abordada sobre la base única del idioma inglés, y que parece explicar cómo nuestras tradiciones académicas son víctimas de una situación caracterizada por el hecho de que el inglés para a convertirse de facto en el único canal de comunicación.
. Originalmente de denominó The Innovation University, su web es: http://www.aaltoyliopisto.info/en/ Una breve referencia a las tres universidades fusionadas puede verse en: http://www.aaltoyliopisto.info/en/view/innovaatioyliopisto-info/universities

. Aunque todavía se apronto para evaluar sus frutos dado que su estadio es embrionario, hay que valorar en todo caso la actitud y motivaciones que han llevado a la estrategia de fusión descrita.

. Fuente del gráfico: http://www.fz-juelich.de/ibt/datapool/general/biotechnology.gif
. En la terminología de Internet sería “contenido abierto”. Referencia a cualquier contenido de interés académico (artículos, dibujos, audio, video, etc.) publicado bajo una licencia no restrictiva y difundido bajo un formato que permite su copia, distribución y modificación.

. Por ejemplo es el caso de Fathom (http://www.fathom.com/), actualmente en gran medida comandado por Columbia University, pero que en su día pretendió ser una plataforma aglutinadora de una oferta impulsada por instituciones tales como Cambridge University Press, London School of Economics, University of Chicago, University of Michigan, British Library, British Museum, Natural History Museum, New York Public Library, Science Museum, Victoria & Albert Museum, entre otras.

. http://www.universia.net/

. Que a su vez representan más de diez millones de alumnos y más de 850.000 profesores.

. Durante 2008 se consiguieron a través de Universia más de 100.000 primeros empleos para universitarios.

. http://ocw.mit.edu/

. http://creativecommons.org/
. Especialmente interesante el modelo de promoción de Parques Científicos.

. Ver Pedreño, A. “Innoversia: demandas y ofertas de innovación” en el blog Studium: universidad y nuevas tecnologías. http://studium.universiablogs.net/innoversia-demandas-y-ofertas-de-innovacion
. Las plataformas tecnológicas podrían tomar valiosos recursos de algunas redes sociales especializadas.