Artículo publicado en el diario Información
La firma PriceWaterHouseCoopers ha editado conjuntamente con la ESIC un libro titulado “Hacia una economía del conocimiento”, dirigido por María Barceló y con un interesante prólogo de Karl-Erik Sveby. La edición ya es muy significativa por sí misma, si consideramos que este tipo de iniciativas por parte de las consultoras desea propiciar una imagen de solvencia y capacidad para dar respuestas innovadoras y de futuro a las empresas.
Aparte de recomendarles el libro, este artículo obedece a un doble motivo. Por una parte, el reciente interés que dirigentes empresariales de la economía alicantina han manifestado en relación con el desarrollo de actividades productivas basadas en el conocimiento con el objetivo de afianzar el crecimiento y competitividad de la provincia, tal como recogía este diario hace unos días. En segundo lugar, la necesidad de ir alcanzando un cambio cultural general hacia nuevas técnicas y hábitos de gestión empresarial más avanzadas.
Viejos y nuevos estilos de gestión empresarial
Hace muy pocos años oía frecuentemente a gestores de empresas, aquella manida expresión: “la información es poder”. De esta premisa algunos deducían que la administración dosificada y controlada convenientemente por parte del poder propiciaba un mayor y más cómodo gobierno jerárquico de la actividad empresarial, de sus equilibrios, etc. Incluso los conceptos de “patente” o de derechos de copyright tradicionales participan de una compartimentación del conocimiento y de una filosofía similar. En resumen, la información y el conocimiento eran dosificados y segmentados convenientemente y a discreción de los directivos de la empresa o de las instituciones...
Pero las cosas cambian. Este curso me propuse hacer copartícipes a mis alumnos de la asignatura “Economía de la Globalización” de los nuevos estilos de la denominada “gestión del conocimiento”. Para esto les recordé una frase de G. B. Shaw: “If you have an apple and I have an apple and we exchange these apples then you and I will still each have one apple. But if you have an idea and I have an idea and we exchange these ideas, then each of us will have two ideas”. Que viene a decir, en traducción libre: “si intercambias una manzana, seguirás teniendo una manzana, pero si intercambias una idea, tendrás dos ideas”. Efectivamente, hoy se sostiene que el conocimiento crece cuando se comparte. La revolución del “código abierto” en el software, ha puesto de relieve algo que es lógico desde cualquier punto de vista racional. Hoy, empresas como Google, IMB, etc. saben de las capacidades de una comunidad internacional no organizada que logran avances muy productivos a nivel mundial gracias a que comparten sus conocimientos y progresos.
Retomando el principio del artículo, se impondría un cambio de cultura, un nuevo estilo de la gestión dentro de cada unidad empresarial.. Este estilo tendría que tomar en consideración factores como el feedback de los clientes, la potenciación de las redes de conocimiento intra e inter-empresariales y, sobretodo, gestionar el “ambiente” del conocimiento.
Este último concepto me aventuro a afirmar que será clave en los próximas décadas y dotará de ventajas competitivas muy relevantes a aquellas empresas que sepan encauzar eficientemente tal gestión.
Google y Microsoft
.Hoy la diferencia entre el nuevo y viejo estilo se escenifica internacionalmente en dos grandes compañías: Google y Microsoft. En la primera, la motivación salarial pasa un segundo plano. Además, Google aplica políticas como, dejar a sus empleados un porcentaje de su tiempo para desarrollar ideas propias, mezclar inteligentemente los despachos de sus directivos con trabajadores, desarrolladores, el departamento de I+D, etc., compartiendo preocupaciones y tiempo libre en la máquina de café... En los tres últimos años Google avanza a un ritmo que a Microsoft le cuesta trabajo asimilar, pese a su ventajosa posición de partida como cuasi monopolio y su incontestable y solvente posición mundial en la comercialización de software propietario o cerrado.
Quien iba a decirnos que la gestión del conocimiento más eficaz empezaría realmente a través de la forma en la que distribuimos los despachos, promovemos el aprendizaje, reconocemos los méritos, y destruimos las barreras que impiden el intercambio del conocimiento. Podríamos llegar más lejos, por ejemplo, ¿qué director general estaría interesado en retomar la selección de personal, delegada en su confortable y convencional departamento de recursos humanos? .
Sin ir tan deprisa, algunos de estos nuevos valores de la gestión pueden ser aplicados al software, la nanotecnología, el calzado, la construcción, la agricultura, etc. por cualquier empresa ávida en hacer del conocimiento un activo relevante. Pero no hay que engañarse con premisas autocomplacientes.
La autocomplacencia
Puede confundir el hecho de que la gestión de conocimiento en sentido estricto y del capital intelectual entrara muy tempranamente en crisis para dar paso a la concepción actual que pone énfasis en la mencionada creación de entornos que permitan a todas las personas crear conocimiento, entre otras vertientes de actuación.
El riesgo del inmovilismo empresarial viene de lo que Sveiby califica como “la combinación de inversión en tecnología y una pizca de ingeniería social persuasiva”. Efectivamente, esta sería la fase de autocomplacencia en la que podrían estar muchas empresas españolas, soportando con resignación un “sarampión” más que una prometedora e innovadora vía de éxito empresarial.
Llegados aquí, también habrán pensado que esto también tiene mucho que ver con los denominados nuevos espacios para la economía creativa –que no recreativa-, un componente muy eficaz para el desarrollo de la economía del conocimiento. Pero esto es otra historia.
Andrés Pedreño Muñoz
Universidad de Alicante
Publicado en el diario Información 11-6-2006. Verlo en dossier de prensa UA.
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1 comentario:
El fundador de Microsoft, Bill Gates, ha anunciado este jueves que dentro de dos años, en julio de 2008, abandonará su implicación en la gestión diaria de la empresa para dedicarse a sus labores filantrópicas... (a propósito de lo que comentamos en el artículo)
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